miércoles, 16 de mayo de 2012

LAS INCOMPRENSIONES (del libro despierte y sea feliz)

Quién sintoniza con la Mente Divina siempre exterioriza paz e irradia una alegría de vivir poco común.
Cuál rayo de sol que besa el pantano con la misma serenidad con que besa el pétalo de una rosa, no se desequilibra en la algarabía, ni se altera en el silencio.
Disfruta de la armonía que absorbe, y ninguna perturbación quiebra sus estructuras porque comprende que el perseguidor está enfermo, y el adversario se encuentra en un nivel inferior de evolución.
En vez de responder el mal que le imponen, ofrece el amor que les falta, en forma de perdón y de fraternidad, que es lo que necesitan.
Nunca hostiliza a nadie, porque superó las herencias del primitivismo y aspira las  vibraciones  elevadas de las planicies de la felicidad, donde se encuentra psíquicamente.
Se siente estimulado a la evolución y se entrega más aún, por constatar cuan inmensa es la carencia de aquellos que todavía se debaten en medio de las pasiones que los perturban.
El hálito de Dios, que todo lo vitaliza, encuentra en él receptividad y lo penetra, por eso es feliz.