jueves, 18 de agosto de 2011

EL PERDÓN

El perdón divino me dulcifica, me calma. Me da la dimensión del poder terapéutico del amor. Empiezo a ver al mundo y a las personas de manera diferente, correcta, positivamente.
Supero los sentimientos que me martirizaban.
Comienzo a moverme sin las cadenas que me ataban al pasado.
Recupero la alegría de vivir y de ser natural, amo a todos con ternura, incluso a los que no retribuyen mi sentimiento de afectividad.
Ahora todo está bien conmigo, porque yo estoy bien con la vida.

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